miércoles, 28 de mayo de 2008

Mayo literario (19)


Por fin tengo en mis manos “Nocilla Experience”, la segunda novela de Agustín Fernández Mallo. A Agustín lo conocí el año pasado, cuando lo invité a la Bienal de Literatura Mariano Picón-Salas, en Mérida, Venezuela. También invité a Pepe Ribas, y los tres, junto con la simpatiquísima Aina, y debido a esos imponderables-malentendidos-imprevistos del trópico, compartimos un insólito viaje en una camioneta 4x4, Caracas-Mérida-11 horas, en el que disfrutamos de buenas conversaciones, algunos sustos y un restaurante en Santo Domingo que ofrece más de 150 tipos de pizzas con ingredientes tan insólitos como caracoles, trucha o sirop de chocolate (Pepe Ribas escribió una excelente crónica sobre el viaje y sobre Agustín en ABCD. http://www.abc.es/abcd/noticia.asp?id=9262&num=840&sec=32)
“Nocilla Experience” es tan bueno o más que “Nocilla Dream”. Es admirable esa capacidad para conseguir una escritura minimalista, poética, fugaz, que con apenas unas líneas te familiariza con las historias de Josecho, Antón, Sandra, Marc o Ernesto. Al rato, sin uno darse cuenta, ya siente que son como viejos amigos, de esos que hace tiempo no sabes nada pero que el día que los ves les puedes soltar aquello de “como decíamos ayer…”. Todo eso, además, aderezado con su particular sentido del humor. Es difícil elegir entre todos esos fantásticos personajes pero, en estos tiempos de polémicas culinarias, me quedo con Steve. Estoy seguro que mi amigo Alberto Soria también le escogería a él. Lean el texto y entenderán por qué.

“Steve es cocinero, administrador, ideólogo y regente del Steve’s Restaurant, en Orange Street, Brooklyn, espacio que funciona como una especie de laboratorio de ideas. Polly, su mujer, sirve y limpia las mesas. En origen era un tugurio y, estéticamente, lo sigue siendo, pero con el tiempo ha ido ganando fama y hoy por hoy hay lista de espera de hasta 3 y 4 meses para encargar mesa. Es habitual ver a Steve, corpulento y barrigón, entre los fogones, con un abrigo de astracán casi hasta los pies que cubre sólo unos calzoncillos, dando voces a ninguna parte en tanto los clientes aguardan. Ni hay carta de platos ni se puede pedir. El cliente se sienta en una mesa de mantel de cuadros con unas vinagreras en el centro, sal, pimienta y una lamparita, y los platos van llegando. Los que más se sirven, según el humor de Steve, son: fotografías polaroid hechas furtivamente al cliente a través de un agujero practicado en la pared de la cocina, fritas y rebozadas en huevo, de tal manera que al retirar ese huevo aparecen los objetos y los rostros transformados. Otro muy servido son cables eléctricos, de los clásicos tres colores (positivo, negativo y tierra), sumergidos en aceite con ajo del Líbano. Otro es libro de bolsillo en almíbar, que se presenta enroscado como un tubo dentro de un frasco, sumergido en el almíbar, donde el azúcar se adhiere sólo a la tinta de las letras para después cristalizar en relieves. Y por último, capaccio de hojas de obra literaria maceradas a la pimienta, que pueden ser, según lo que Steve encuentre en el mercado de segunda mano: 1) On the Road de un tal Kerouac, o 2) la Constitución de los Estados Unidos de América, o 3) Don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes. También, ahora está ensayando CDs vírgenes al horno, que se arrugan y ampollan como una oreja de cerdo chamuscada, y se los sirve a los musulmanes que, por representación simbólica del mal, quieran entrar exorcizados de una vez por todas al siglo 21. Todos los platos los presenta el propio Steve, que sale de la cocina con ellos en alto, a grito pelado. Unos acuden por contemplar lo que, aseguran, es una maravilla de la cocina teórica; otros, los más, por simple curiosidad, y no vuelven; y un grupo más reducido por considerar que allí se realizan obras de arte en tiempo real(…)”
Por si fuera poco, Agustín Fernández Mallo mantiene un blog muy recomendable: http://www.alfaguara.santillana.es/blogs/elhombre

5 comentarios:

Martín dijo...

Las conexiones siguen. Justo ayer hablaba con Lidia, creo que se así se llama la del Centro Cultural Español en Buenos Aires, de Pepe Ribas, me dijo que andaba por la feria para que lo saludara, pero no lo vi.

Marc dijo...

Pues sí, salúdale, es un tipazo!
¿Cómo está esa feria?

Martín dijo...

¡Lo haré cuando lo vea! La feria muy buena, desde el año pasado que la visité por primera vez me gustó mucho. Yo de arte contemporáneo se poco, pero creo que la feria tiene buen nivel. Ya le pediré comentarios a los dueños de turno del sofacama rojo Suwon y Luis, para que me ilustren más msobre el tema.

Marc dijo...

Usted mismo es arte contemporáneo, no joda!
por favor, mande una foto de Suwon en ese sofá...

Martín dijo...

Pronto, pronto vendrán fotos como las que Leo puso en su blog de Carla y Jesús Ernesto (faltó poner la de Junior), donde la moda son ellos.