viernes, 28 de noviembre de 2008

noviembre mítico 8


Perversiones teóricas de AFTERPOP, de Eloy Fernández Porta: leer las camisetas como si fueran novelas, interpretar los relatos como anuncios, combinar la crítica libresca con la musical y el manifiesto con el dibujo animado. La literatura con el pop, desde el pop, contra él y después de su fin.

Si viviera en Venezuela, añadiría otra perversión: leer las circulares de los condominios en clave post-poética. La Junta de Condominio de las Residencias Portal Sebucán II son un buen ejemplo.

CIRCULAR

A los residentes propietarios de perritos

Tenemos el agrado de dirigirnos a los residentes propietarios de perritos para recordarles que deben llevar a pasear a sus mascotas en las calles, es decir, en áreas distintas a las áreas comunes del Edificio, y que en caso de que se vean obligados a hacerlo dentro de las áreas comunes deben proceder a limpiar los espacios que ellos ensucien y a evitar que sus animalitos destruyan el paisajismo y las plantas de los jardines y se orinen en los ascensores, o en las paredes de las residencias.

De igual modo, los instamos a limpiar el parque infantil cuando los animales dejen sus necesidades allí, ya que hemos recibido innumerables quejas de residentes que al llevar a sus hijos al parque infantil se han encontrado o han pisado excrementos.

Estamos seguros de que entenderán los motivos de estas recomendaciones, las cuales formulamos con el mayor respeto y en aras de la mejor convivencia de nuestra comunidad.

Atentamente

JUNTA DE CONDOMINIO

martes, 25 de noviembre de 2008

noviembre mítico 7


Entre el empache de carteles electorales que llenaron las calles de Caracas durante el mes de noviembre, me quedo con esta imagen del candidato Chikibaby, "tu candidato por la unidad". Su campaña siguió los postulados de ese gran teórico de la cultura pop, José Luis Rodríguez, El Puma. La frase que acompañaba esta foto del candidato Chikibaby decía así: "... porque lo que este país necesita son hombres de lentes y bigotes". Y es que el Puma sigue en plena forma. Al menos así lo atestigua el intrépido reportero Fon, quien además es fan, tras verlo cantar en un abarrotado Teresa Carreño hace pocas semanas. "El Puma es nuestro Elvis" reza el slogan de una campaña a la que yo me he sumado comprándome una camiseta conmemorativa. Por lo demás, en este fin de semana seco y electoral, aburrido como pocos, compartí un excelente almuerzo en casa de Deborah y Alonso. Mi artista preferida de Venezuela cocinó una chalupa, un plato criollo exquisito. Hablamos de su reciente exposición y de las próximas en las que espero contribuir. Le regalé "Sexografías", un libro de Gabriela Wiener que leí en mi último vuelo Bogotá-Caracas y que me pareció que abordaba la crónica "sexual" de una manera sino novedosa, por lo menos gonzo-divertida. Gabriela es una peruana que lleva unos años viviendo en Barcelona y que escribe cosas con las que estoy bastante de acuerdo.
"Ser de un país pero vivir en otro es como tener un amante sin renunciar del todo al viejo y dedicado esposo. Si nos falla uno siempre queda el otro y viceversa: un país oficial y otro de repuesto. Aunque lo paradójico fuera ver al Perú como un romance de verano y a España como el marido que nos recoge en el aeropuerto, sin flores y lleno de sospechas."
Respecto a los resultados electorales, nada más apropiado que esta frase de Flaubert, que Vila-Matas cita en su libro.
"La infinita estupidez de las masas me vuelve indulgente para con las individualidades, por muy odiosas que lleguen a resultar."
Mientras escribo estas líneas, mi amigo Daniel Centeno me informa de que en Barcelona, estado Anzoátegui, en el oriente venezolano, el gobernador Tarek William Saab, también conocido como el poeta de la revolución, ha inaugurado hoy la primera plaza en el mundo mundial dedicada al gran Bob Dylan. A paso de vencedores. Forever Young.
http://www.oidossucios.com/noticias/?id=1125

jueves, 20 de noviembre de 2008

noviembre mítico 6


Semana movidita en Caracas. Se avecina una nueva jornada electoral en esta Venezuela excesivamente democrática (Lula dixit). Quizás para compensar estos excesos democráticos, el presidente Chávez ha amenazado con sacar los tanques a la calle si no gana su candidato en Carabobo. Por el mismo motivo unos estudiantes groseramente demócratas han arrancado unas fotos de Nelson Garrido expuestas en la Universidad de Venezuela. Los estudiantes chavistas se han referido a las fotos de Nelson como una "aberración", "abuso", "vejación a la mujer y el hombre venezolano", "apología a la violencia", "portadoras de mensajes diabólicos", "burla de las creencias venezolanas", "dar protagonismo a la violencia sexual" y a la "aberración sexual", y un largo etcétera de acusaciones parecidas. Como se ve, un lenguaje, una perspectiva mental y un enfoque cultural sobrecogedoramente democráta. No sorprende, en esta democracia pantagruélica, que se haya decretado la ley seca desde hoy viernes hasta el lunes. Durante tres días, en principio, no se puede vender alcohol. No sea que por unos tragos de más nos olvidemos de estos ideales que tanto ha costado conseguir. ¡Adidas o muerte!, gritamos hace dos noches en la ONG y brindamos con cocuy por la salud de Fidel Castro acompañados por Frank Castorf. El director de teatro alemán de visita en Caracas no deja de reirse con los carteles que animan a votar por STALIN. Sí, sí, Stalin González es candidato a la Alcaldía Libertador y, además, por si fuera poca la ironía, es un candidato de la oposición, o sea contrario a esta opulena democracia venezolana. Castorf está impartiendo un taller en Río Teatro Caribe, trabajando sobre un texto de Heiner Muller, La Misión. Una obra brillante...

"El pequeño Victor ha estado jugando a la revolución. Ahora regresa al seno de la familia. De regreso a papá con el cráneo lleno de gusanos. De regreso a mamá con su olor a flores podridas. Te hiciste daño, pequeño Victor. Acércate y muestra tus heridas. Acaso ya no me conoces. No tienes por qué asustarte, pequeño Victor. No de mí. No de tu primer amor. Al que engañaste con la revolución, tu segundo y sangriento. Con la que te revolcaste en la acequia durante diez años compitiendo con la plebe. O en los depósitos de cadáveres donde ella cuenta su botín. Huelo su perfume de estiércol de establo. Lágrimas, pequeño Victor. Acaso la amaste tanto. Ay, Debuisson. Te lo dije, es una ramera. La serpiente de partes pudendas bebedoras de sangre. La esclavitud es una ley natural, vieja como la humanidad. Por qué va a acabarse antes que ella. Mira los esclavos, y los tuyos, nuestra propiedad. Toda su vida han sido animales. Por qué van a ser seres humanos porque en Francia está escrito así en un papel. Apenas legible de mucha más sangre que la que se ha vertido por la esclavitud aquí en tu y mi bella Jamaica. Voy a contarte una historia. En Barbados mataron a golpes a un plantador dos meses después de la abolición de la esclavitud. Vinieron a verlo sus esclavos. Se arrodillaron ante él como en la iglesia. Y sabes tú lo que querían. El regreso a la seguridad de la esclavitud. Así es el hombre: su primera patria es la madre, una prisión."

domingo, 16 de noviembre de 2008

noviembre mítico 5


Gracias a Carol López, que me lo regaló por mi cumpleaños, tengo en mis manos Dietario Voluble, el último libro de Enrique Vila-Matas. Lo leo a sorbitos, poco a poco, para que me dure más, para que no se acabe tan rápido. No es fácil. En mañanas nubladas como ésta seguiría leyéndolo, deteniéndome apenas para buscar en la nevera otra cerveza. Me cuesta pero lo consigo. Dejo el libro abandonado en el sofá. Busco retrasar al máximo esa sensación de soledad que sé padeceré al terminarlo. Siento que mientras queden páginas por leer, seguiré acompañado. Intuyo que el bueno de Enrique, al menos uno de sus clones, está aquí, en Bogotá, en el barrio de la Merced, en esa habitación de invitados desocupada que mantengo con la puerta cerrada, por si las moscas. Escribe Eloy Fernández-Porta que “estos rasgos, la rotundidad y la melancolía masculina, explican en parte el interés de la generación de autores (o de lectores añado yo) que tienen ahora treintayalgunos años por la obra de Vila-Matas”. Coincido con Eloy en que “al leer su obra, han (estos autores o lectores) optado por dejar en segundo plano las consideraciones formales sobre la metaliteratura, y prestar más atención al peculiar efecto emocional que produce su tono narrativo”. Me parece muy oportuno este comentario, sobre todo leyendo este párrafo.
“Y es más, me llega de golpe la impresión, a modo de súbito destello, de que cuando oscurece, siempre necesitamos a alguien: todos somos vulnerables, nos sentimos solos, tenemos muchos miedos y necesitamos mucho afecto. Eso aumenta mi impresión de angustia, aunque paradójicamente la impresión misma termina por revelarse muy feliz y oportuna cuando descubro que le hace sombra a todo, hasta a la pared de la casa de enfrente y al último reflejo del sol, y de paso incluso a cualquier idea de futuro.”
Descubro también en este dietario que Vila-Matas es fan de Antonia Font, este genial grupo de Mallorca que para mí, como para él, componen una música extraña pero de gran fuerza poética. http://www.youtube.com/watch?v=dUOmk6Wjf9Y
Pero es que además, como dice Jesús Ernesto Parra, este hombre es muy divertido. Si una imagen vale más que mil palabras, ahí tenemos esa foto que acompaña estas líneas. Pero como no estoy muy seguro de esa relación imagen-palabras, copio unas palabras, 209 concretamente, para refutarla.
“Es complicado regalar un libro porque muchas personas se fijan sólo en el título de la novela que les ofreces y que creen que contiene un mensaje velado para ellos, y algunos acaban incluso sintiéndose aludidos. Me ha ocurrido varias veces. El día, por ejemplo, en que regalé En busca del tiempo perdido a un amigo que creyó que trataba de indicarle que había hecho siempre el imbécil, que toda su vida había estado perdiendo el tiempo. El día en que regalé El arte de callar, del abate Dinouart, a alguien tan susceptible que pensó que trataba de indicarle que fuera menos charlatán, que hablara menos, sobre todo en mi presencia. El día en que regalé El laberinto de la soledad y el amigo tímido que lo recibió y que llevaba años sufriendo en silencio su condición de solitario casi rompió a llorar porque había creído leer El laberinto de tu soledad. Me acuerdo del día en que regalé Rumbo a peor de Samuel Beckett a una amiga deprimida. Y también el más que inolvidable día en que por equivocación regalé una novela al autor de la misma, que precisamente acababa de mandármela a mi domicilio y entendió, con razón, que me burlaba de él y de su libro.”

jueves, 13 de noviembre de 2008

noviembre mítico 4


Leo en El Tiempo que el Gobierno ha decretado un “acelerado cierre de decenas de pirámides en las principales ciudades del país”. Desconocía de la existencia de estas pirámides. No tienen más de dos mil setecientos años como las egipcias, sino apenas cien. No están hechas de rocosas piedras sino de billetes. No se han construido con el sudor de miles de esclavos sino con la ingenuidad de bastantes ciudadanos. Y es que la tan manida crisis está sacando a la luz todos estos entramados financieros que acaban siendo tan falsos como el dinero del Monopoly (gracias Cassano). El Espectador titula: “El Gobierno decide intervenir operaciones de pirámide DRFE”. DRFE quiere decir dinero rápido, fácil y efectivo. Entregarle los ahorros a esta gente es como apostar a la ruleta. “De eso tan bueno no dan tanto pensé, pero un tío que es policía me convenció de que la empresa era muy sólida y por eso lo hice”, cuenta la joven que había invertido $9 millones, 15 días atrás y esperaba recibir, $18 millones. En este instructivo youtube una presentadora muy lista nos recuerda que lo de las pirámides siempre acaba mal. No es de extrañar que las inventara un italiano…
http://www.elespectador.com/video-historia-de-piramides
Un día como hoy me hubiera gustado levantarme en New York. Así hubiera podido leer el New York Times “falso” que ha circulado por la ciudad y en el que se anuncia el final de la guerra de Irak y el enjuiciamiento de Bush. Lo cuenta Vicente Luis Mora en su blog, http://vicenteluismora.blogspot.com/, y aprovecha para hablar de otros colectivos que se dedican a subvertir los cada vez más previsibles y aburridos mass media. Volvemos al gran Hakim Bey y la necesidad de apostar por el terrorismo poético y el entretenimiento radical.



Hoy ha salido en Nueva York una edición falsa del New York Times. El propio rotativo ha confirmado que ni más ni menos que 1.200.000 ejemplares falsos de su diario se han repartido hoy en la Gran Manzana, incluso algunos de ellos han sido vendidos en los quioscos como ediciones vespertinas o especiales de una las cabeceras más prestigiosas de los Estados Unidos.La portada, como se ve a la izquierda, anuncia el final de la guerra de Irak, está fechada el 4 de julio de 2009, es una crítica al gobierno actual y, de paso, un modo de recordarle a Barack Obama las obligaciones contraídas con el electorado respecto al término de las operaciones militares en el Golfo. El hoax ha sido perpetrado por The Yes Men, una curiosa organización de "impostores", como se definen en su propia página web, dedicados a hacerse pasar por otros o a colar sus elaboradas acciones en los mass-media, como lucha contra el espectáculo informativo desde dentro. Se hicieron famosos cuando se presentaron como miembros de la Organización Mundial del Comercio y anunciaron... la disolución de la entidad. A partir de ahí han seguido haciendo "terrorismo informativo", con una actitud corrosiva, política y no exenta de sentido del humor.Su modo de intervenir en los medios de comunicación de masas nos recuerda mucho a los italianos Luther Blisset, ahora denominados Wu Ming Foundation, que también llevaron a cabo minuciosas operaciones de engaño a los medios de comunicación, reventando, por ejemplo, una edición de la versión italiana de Quién sabe dónde, al presentar como desaparecido un ciudadano italiano inexistente. En un próximo artículo para Quimera hablaremos más a fondo de este grupo y de otros parecidos que existen en Europa.La no existencia es uno de los temas más interesantes y recurrentes de nuestros tiempos. El sujeto contemporáneo parece salido del retrato de Italo Calvino en El caballero inexistente, y sus producciones icónicas responden al mismo principio de puesta en duda -metódica- de la experiencia de vida. "Mi ser", escribió César Vallejo, "recibe vaga visita del Noser". El propio New York Times ofrece un divertido reportaje sobre la hazaña de dos norteamericanos, Dan Mirvish, y Eitan Gorlin, que se inventaron el Instituto de la No Existencia, llegando a colar alguna de sus conclusiones en la campaña electoral. No se lo pierdan.

lunes, 10 de noviembre de 2008

noviembre mítico 3


Los semáforos se mueren en Bogotá. Tienen una vida limitada. Como los replicantes de Blade Runner. Más de siete mil semáforos muertos de golpe, en pocos días, casi el 50% de todos los semáforos de la ciudad. Un holocausto tecnológico. Una plaga bíblica. Un pequeño caos. ¿Podemos vivir sin semáforos?, me pregunto en esta tarde soleada y melancólica en la que la luna aparece a las cinco. Las cinco. A esa hora me gusta pasear por la carrera séptima, y disfrutar de esos minutos de confusión en los que carros, taxis y autobuses circulan en ambas direcciones al mismo tiempo, sin chocar, en una extraña danza contemporánea, ruidosa y metálica. Leo en la prensa local que la Alcaldía se ha tomado en serio la crisis “semaforial”. Cuatro cuadrillas, de ocho operarios cada una, patrullan la ciudad tratando de resucitarlos. Así lo explica el secretario de movilidad de la alcaldía de Bogotá "Desde hace un tiempo teníamos un problema que todos los semáforos terminaban su vida útil al tiempo, y ahora el tema del invierno recrudeció el problema". Y es que el frío bogotano está tenaz. No lo resisten ni los semáforos, unos semáforos que han sido noticia últimamente también por un proyecto de ley que pretende multar a los conductores que compren o den limosna en ellos. Argumentan que eso mejorará la movilidad en la ciudad. Atención, atención, se prohíbe a los conductores participar en “actividades comerciales o benéficas a doscientos metros a la redonda de, semáforos, señales de tránsito, paso a nivel, paso peatonal a desnivel, paso peatonal a nivel, separadores, berma, ciclovías, ciclorutas, estacionamientos, paraderos, todo tipo de puentes y en las zonas destinadas a la circulación de todo tipo de vehículos”, se lee en el borrador. Mientras tanto, los taxistas, siempre adelantados a su tiempo, ya hace rato que circulan como si los semáforos no existieran. Algunos, como el de la foto, han instalado un original retrovisor que les ayuda a moverse por la jungla urbana. Yo, en cambio, estos días camino más de lo habitual, recuerdo más de lo habitual e incluso deliro también más de lo habitual. Así me ahorro los conflictos viales. Camino también con la esperanza de tropezarme con un “paso peatonal a desnivel” o, mucho mejor, con una “berma”, palabra que me suena a fruta tropical pero que según google es:
BERMA. (Del fr. berme, y éste del neerl. breme, borde.) f. Espacio al pie de una muralla entre ésta y el declive del terraplén.
Camino y veo la luna, a las cinco de la tarde.

De replicantes habla Agustín Fernández Mallo en su reciente “Carne de Píxel”

Lo más difícil de narrar siempre es el presente. Su instantaneidad no admite proyecciones, fantasías, desenfoques. Yo no sé si todo aquello existió porque no sé si existe. No sé si son ciertas tus manos [aunque sí sé que verosímiles] bajo la lluvia, y tus ojos como Polaroids [irrepetibles y mostrando más de lo previsto]. Llorabas. Llovía. Quién deja a quién si todos andamos diferidos de nosotros mismos, dejando atrás lo que entendemos para no entender lo insoportable: que cada cual es uno y además no numerable, que vendrán otras, que vendrán otros, que asusta pensar hasta qué punto somos todos intercambiables. Sé que no podré olvidar cuanto vi en tus ojos: el aire ionizado sobre nuestras cabezas, tus manos apretadas [no sé exactamente qué visión pretendían refutar]. Puede que fuera yo quien lloraba, puede que fuera en mí donde llovía. Puede que aún me estés besando, o que aquel martes [por decir un día] jamás haya existido.

viernes, 7 de noviembre de 2008

Noviembre mítico 2


Esta tarde re-estrenamos en Bogotá HABEROS QUEDADO EN CASA, CAPULLOS!
http://asumetubarranco.blogspot.com/2008/09/una-obra-itinerante-por-cuatro-lugares.html
Aprovecho la ocasión para rescuperar una conferencia de Rodrigo García sobre la relación entre política y arte.

A este tipo no queremos volver a verle

El 6 de noviembre de 2004 participé en Rennes en un encuentro llamado Mises en scène du monde. Me tocaba hablar en una mesa junto a gente de la cultura y gente del gobierno, sobre la puesta en escena y el orden político. Más tarde, durante la cena, una vez finalizado el evento, el director del Teatro Nacional de Bretaña, François Le Pillouër, se acercó a decirme: «mucha gente está entusiasmada con lo que has leído, pero los políticos de la ciudad, no. Me han preguntado por qué te invitábamos y uno me ha dicho: a este tipo no queremos volver a verle». Ya que mi texto para ese coloquio, que transcribo aquí abajo, no tenía título, pensé en aprovechar este deseo de los gobernantes de la región para encabezarlo.
Rodrigo García

Como tenía que escribir acerca de Puesta en escena y orden político, empecé a buscar, anoche, algo que los artistas que trabajamos en la escena podíamos tener en común con los políticos. Me daba un poco de asco buscar coincidencias con esa clase de gente pero me puse a ello y pensé mucho, pensé como tres minutos aproximadamente, una eternidad, detenerse a pensar ciento ochenta segundos seguidos sin que suene el teléfono móvil y finalmente concluí que una cosa que los dos tenemos en común es la mentira; mentir. Es la primera relación que encontré entre estas dos figuras: artista y político. Ambos mienten. Y se mienten a sí mismos.
Los políticos se mienten al decir que mejoran la vida de los demás, cuando realmente trabajan para mejorar económicamente la situación de unos elegidos, y fijaos que hago ya una gran diferencia para empezar: mejorar la vida no guarda relación con mejorar económicamente, una vez que tus necesidades básicas están cubiertas. Por su parte, un grupejo de artistas clama ante la mentira de la clase política y elaboran para sí la siguiente falsedad: alguien tiene que arreglar el gran desarreglo que los políticos han hecho con el mundo y esa misión, en parte, les corresponde. Ciertos artistas creen que están en la escena para desterrar la mentira sembrada por los funcionarios públicos.
Es una actitud ingenua y bondadosa, que nos presenta al artista como a un tipo simpático. A fin de cuentas, los políticos traicionan a la gente que ha confiado en ellos. Y los artistas se traicionan a sí mismos en su ingenuidad. La espectacularidad de la política no es comparable a la del teatro. El espectador que va al teatro paga una entrada elevada generalmente, para reencontrarse con su pasado (el sólo hecho de ir al teatro ya es una afirmación de la tradición). Mientras que el espectador que vota, tiene una mínima esperanza en el futuro. Hablo de ciudadanos que lo son hasta el momento de votar. Luego se convierten en pasivos espectadores de las decisiones de una minoría que se arrima a los gobiernos, que arrima dinero a los gobiernos y espera el beneficio.
El teatro no nos ofrece un futuro, lo digo muy a mi pesar. La política, sí. Y ese futuro es claro: un falso bienestar para unos elegidos en detrimento de millones de personas desnudas. Sacamos entradas de teatro para olvidarnos de lo que hacemos el día de las elecciones. Y lo que hacemos el día de las elecciones es nada menos que autorizar a un grupo de compinches a apartar la miseria de nosotros y llevarla lo más lejos posible: primero a otros continentes y más tarde a los vecinos, elevando por supuesto fronteras, muros reales, con ladrillos y cemento y pedazos de botellas rotas. Desde hace muy pocas horas sabemos que el presidente de los EE UU es el mismo que mandó bombardear allí donde los intereses económicos y de dominio geopolítico dictaban. No es novedad ninguna. _Quién esperaba otra cosa? Le votaron ciudadanos, no personas. La polis ha embrutecido a las personas, la polis ha anestesiado a sus habitantes. _Quién lo diría en la Grecia antigua? No nos tropezamos ya con nadie, porque en la calle deambulamos los traslúcidos. Es cierto que los americanos son seres traslúcidos, pero no es menos cierto que los europeos también lo somos. Podemos demostrar que un americano es idéntico a un europeo y que siglos de historia fueron arrasados por la fiebre del oro. Y la fiebre del oro no nació en América. La codicia es inherente al hombre. Un americano –defiendo– es tan tonto como un europeo, por favor, no nos olvidemos de esto.
De lo contrario en Francia y en mi país, en España, no crecerían como hongos esas extrañas manchas en el paisaje rellenas de edificios aterradores en su sencillez y grandiosidad (me refiero a los metros cuadrados, a la superficie) rodeados, custodiados como fortalezas por parkings y que albergan supermercados y tiendas desproporcionados, fuera de la escala humana: contenedores que intentan ser continentes densos de cines sin películas reales, restaurantes sin comida real, ropa de abrigo sin materiales reales, automóviles de plástico sin una seguridad real, música sin una sola nota real y libros de fast-read apilados a montones y en el hueco recóndito de la estantería bajo la escalera, un volumen de Schopenhauer lleno de telas de araña. Woody Allen pidió el voto en contra de George Bush. Demostración clamorosa de que el artista es un ser ingenuo y sin maldad real. Si pretendía quitar poder a ese loco, más le hubiera valido proclamar a los cuatro vientos que él es un incondicional de Bush. Así cientos de miles de ciudadanos-ligeros-invisibles estadounidenses habrían pensado: si un tipo que hace películas tan asquerosas está a favor de Bush, es que Bush no nos conviene en absoluto. Y no le habrían votado.
Pero fue Britney Spears la que sí hizo campaña a favor de Bush. Y eso ha dado magnos resultados, ya que ¿quién no quiere ser como B. Spears, qué mujer no quiere tener las caderas y la sonrisa de B. Spears y qué hombre no quiere follarse a B. Spears y qué mujer no quiere follarse a B. Spears? Yo no conozco a B. Spears. Si me ponen una foto de esa chica junto a otra foto de otra chica no las distingo, joder. Quiero decir que somos lo que ingerimos. Y lo que tragamos (por la boca y por los ojos y por las orejas), curiosamente, insisto, nos hace cada vez más transparentes, traslúcidos, y nos debilita. Gran parte de la población del primer mundo lucha por controlar su sobrepeso y es sorprendente que a más kilos de grasa, sobrevenga un menor espesor del ser. La acumulación de datos banales no tiene nada que ver con el conocimiento. Esto que llamamos información, debilita.
Me ha molestado que, en la introducción del programa general de este encuentro, comparen al artista y al político por eso comencé diciendo que los dos mentían, que tenían en común ser mentirosos. Pero lo he dicho por rabia y no creo en absoluto en lo que he dicho. Por el alcance de las acciones de uno y de otro. Un artista, con sus mentiras, no mejora la vida de casi nadie. Sin embargo, valiéndose de sus mentiras, cualquier político chafa, arruina, el destino de millones de personas. La democracia se ha convertido en un lugar frío, oscuro y siniestro. En España decimos, para hablar de problemas de difícil solución, que siempre remiten a otra causa: es la pescadilla que se muerde la cola. Para tener gobiernos justos hay que tener un pueblo informado, que sepa lo que elige. Para tener un pueblo informado hay que tener gobiernos justos. Ahora no me pregunten ustedes cómo hemos llegado a tal grado de desorientación. De ahí los gobiernos que nos intentan gobernar: inútiles seres despiadados hijos de la gran puta.
Cuando escribo intentan gobernar es evidente que estoy haciendo mención y hasta un homenaje a todo pequeño núcleo de resistencia. Una persona que trabaja gratis en un comedor popular en Tucumán, provincia de la Argentina, es parte de un pequeño núcleo de resistencia. Ciertos artistas plásticos y de cine y de teatro se atrincheran en sus pequeñas espacios de resistencia. Del otro lado, ningún político puede resistir, ya que su partido lo barrería de en medio en el acto: por tonto y por naif. Y hay gente que pone bombas y quita la vida a otra gente y, aunque ustedes ahora mismo van a empezar a pitarme y a decir muchas cosas que ofenderían a mi madre, esos combatientes de lucha armada real, también constituyen grupos coherentes históricamente de resistencia. Terrorismo es una estúpida sola palabra para definir una multiplicidad de acciones armadas que son irreductibles: no podemos llamar terrorismo a la guerra. Es ruin. La ocupación de Irak es guerra. Y cuando se pasa a cuchillo a un rehén, también es guerra. Pero a algunos les ha dado por invertir los términos. Y llamar terror a lo que les conviene. Y muchos se lo han creído. Ahí tenéis los resultados de las elecciones en EEUU y ahí tenéis cómo los medios de comunicación siguen pegando encima de los acontecimientos las etiquetas que a cada cual le vienen en gana.
Como ciudadano sé perfectamente que me encuentro al límite de mi propia deshidratación y luchando como un salvaje a favor del espesor del ser desheredado, atontado, alejado de la tierra, apartado de la fabricación de las cosas que utiliza a diario, deshumanizado hasta los huesos. No creo que un niño, dentro de poco, pueda entender que una lechuga es un cogollo estupendo que crece de la tierra, que suele tener algún gusano entre sus hojas, que es algo frágil que muchas veces se quiebra entre las manos, algo que hay que lavar con cuidado. Los nuevos habitantes del primer mundo pensarán que una lechuga son hojas cortadas y limpias que nacen en una bolsa de plástico que crece a su vez en un gran frigorífico que contiene a su vez otras bolsas de plástico con tomates del mismo tamaño todos, rábanos que ya no pican en la boca, y pedacitos verde oscuro de una cosa llamada desde tiempos inmemoriales espinacas. Y no encontrarán la relación entre conseguir la verdura y hacer un mínimo esfuerzo. Los productos envasados se heredan, no tienes que luchar, trabajar la tierra ni esperar por ellos. Llegan solos. Pues estos chicos y chicas, los de la lechuga en bolsa lavada y cortadita, sin gusanos, son los que van a elegir en un futuro muy cercano a cada nuevo primer ministro, siguiendo el dictado de la moda, la velocidad y una falsa idea de bienestar. Como algo positivo, debo augurar que ya no tendremos atascos porque en nuestra ligereza flotaremos y bajaremos a las ciudades las horas que hagan falta para reafirmarnos como seres productivos, es decir, gente que maneja información y que no toca prácticamente nada con sus manos a lo largo del día, personas sin ninguna relación con la literatura y con el lenguaje cada vez más mermado: nosotros empeoramos nuestra lengua cada día y ocupamos idiomas milagrosos, como el castellano, en asuntos irrelevantes. Y si multiplicas el vacío de cada día por toda una vida, el resultado es tu aparición en el mundo como el único animal que pisa y no deja huella.
Cuando digo que como artista soy consciente de esta realidad decepcionante, no me destaco como un ser más sensible o perspicaz que otros; mejor me veo como un cándido que tiene que saber llevar este tipo de cargas cual núcleo de su pasión artesanal: soy un artesano en llevar la contraria, en generar malestar y a la vez destellos de belleza y me siento obligado a confundir. Para certezas, ya sabemos lo que hay: está la televisión, las políticas de Danone y Coca Cola, el sistema de educación y cualquier cosa que se pueda poner de moda durante tres días seguidos: no importa si se trata de una zapatilla, un cantante o un falso escritor. La certeza empequeñece y si ya os aburro repitiendo y repitiendo que hemos perdido espesor, que somos el animal que pisa y no deja huella, puedo cambiar de tercio y afirmar que junto a nuestra densidad humana también se nos ha extirpado el misterio. Para empezar te anestesian. Funcionas años como ser anestesiado. Y cuando despiertas sientes que falta algo en tu percepción de la realidad: te han quitado el misterio. Una sociedad sin misterio puede que exista y me importa más bien poco. Pero cada hombre debe llevar su secreto como algo sagrado.
La religión fue un impulso erróneo para desarrollar una parodia de misterio, pero al menos fue algo. Una vez perdida la religión, el misterio podíamos buscarlo en nuestra tradición: hay ciertas maneras de encender el fuego, de preparar arroz con leche en Asturias, en el perolo de cobre de toda la vida, que nunca se lava con Fairy sino con ceniza del fuego donde se cocinó, y ese arroz con leche solamente lo hace una persona y al morir, otra, que lo aprendió de aquella. Ya no nos queda nada del misterio religioso (que personalmente no reivindico en absoluto), ni tampoco del misterio ancestral, de la tradición (que como inmigrante e hijo del desarraigo tampoco puedo defender y menos perpetuar, ya que no la he vivido). Sin embargo, he pensado que hay una oportunidad para la poesía. Y volvemos con las diferenciaciones: cuando, como artista, entrego poesía y confusión en una sala de teatro, algo de mí se revela como ruin y engañoso. Pero cuando consigo un instante de poesía en mi vida cotidiana, me abandono a derrocharlo y poner manos a la obra en la creación de uno nuevo. La capacidad poética está en el hombre y hay que entrenarla. Es más importante compartir un momento real de poesía en mi vida cotidiana con otra persona, que hacerlo en el teatro con miles de desconocidos a lo largo de varias representaciones, ya que esto último se enmarca siempre dentro de lo ficcionado. En cambio, una acción real mía puede modificar la conducta del que camina a mi lado. Por supuesto aquí hablo de poesía nuevamente asociada al término resistencia. Poesía es todo lo que a vosotros no os gusta ni os parece bien. Poesía es lo que predicáis y jamás hacéis. Es lo que os regocija cuando está en el arte (o sea, dentro de una vitrina) y os asusta mortalmente en vuestras quirúrgicas vidas reales. Seres incapaces para la poesía, deberíais marcharos ahora de esta sala.
Yo sostuve una gran esperanza. Encontré fuerzas extraordinarias para crear sin respiro, sin darme cuenta de que el trabajo era titánico para un tipo como yo. Ahora ha llegado el momento de la desazón, la duda y el temblor. No encuentro, por mucho que busque, ninguna relación entre mi obra y la mejoría de un mundo enfermo. Descreo profundamente de los que pagan para ver mis creaciones: personas arrastradas por la moda, gente que tiene problemas graves del tipo: se me rompió el macintosh, o cosas por el estilo. Trabajo para una nueva generación de europeos que olvidó las secuelas de la guerra, gente con calefacción en casa e insisto: grandes problemas que me hacen reír. Es difícil respirar en el microcosmos de la abundancia y de la insatisfacción continua. Hay abundancia de sombras. De quimeras que se compran con dinero. Y yo digo que son muy pocas las cosas que nos pueden rescatar del tedio y el letargo que se pagan con la Visa. Finalmente me siento parte, engranaje, de una gran máquina lavaconciencias. Yo lavo mi conciencia con mi discurso inconformista y el público hace lo propio, y juntos, creador y su público, no hacemos más que engrasar la misma rueda que nos está aplastando.
Ya conocéis el Eclesiastés: todo tiene su tiempo bajo el sol. Pues hay un tiempo para hablar y otro para callar. Este coloquio me ha pillado justo en el inicio de mi tiempo de callar. Pero me había comprometido meses antes. Y os pido disculpas por traer de mi aldea en Asturias tanto nubarrón y tanta niebla a esta Bretaña gris y entristecida un poco más si cabe por esta clase de encuentros.

martes, 4 de noviembre de 2008

noviembre mítico


Según me cuenta mi amiga Elis desde Barcelona, circula un extraño rumor sobre mi persona entre ciertos exbecarios-vividores de la administración catalana. La leyenda empezaría en Miami donde, cansado de los trabajos de burgués-low-cost a los que tuve que dedicar parte de mi tiempo (azafato en ferias de Golf, chofer para empresarios españoles, camarero en sucedáneo de bar de tapas, etc.), en una de esas absurdas noches mayameras, conocería a lo que algunos llaman un cazatalentos. El tipo, sin duda abrumado por la sombra de las palmeras y por la de las tetas operadas de las patinadoras con perrito de Lincoln Road, vio en mí, a pesar de mi indudable aspecto ario, al mismísimo David Letterman latino (es lo que tienen las drogas de diseño, te llevan a otra dimensión) y me ofreció convertirme en presentador de televisión. Obviamente mi primera reacción fue la de mandarle a la mierda, a él y a Gloria Estefan, pero el tipo, como buen cazatalentos, era inasequible (¿qué diablos querrá decir inasequible?) al desaliento, y durante varios días me persiguió por las calle de Miami Beach a bordo de su monopatín eléctrico, en el mejor estilo Marichalar. Por supuesto, dada mi precaria situación financiera de la época, y dada mi incluso más precaria situación anímica (recuerdo como me afectó que algún gringo situara a España entre Honduras y El Salvador), caí rendido al poder del tío Sam y, sobre todo al embrujo del dólar, que en aquella época, año 2001, era aún una moneda seria y a nadie se le ocurría, como ahora, pronosticar que sería sustituía por el Amero. En fin, supongo que el resto es lo habitual: un programa de chismes en Univision, una tertulia tipo Oprah-Winfrey a media tarde y de ahí, gracias a la magia del cable, a la prestigiosa televisión catalana. Me imagino a uno de esos dirigentes de TV3 tan preocupados por la identidad catalana (sí, esa que estudia Scarlet Johanson en la bochornosa película de Woody Allen) ¿qué hace un Caellas haciendo tele-basura en Miami? Vamos a ficharlo. Unas llamadas y listo, al poco tiempo, como buen hijo pródigo, regreso a casa y presento un programa sobre Emprendedores, ¿sobre qué sino?, ¿se os ocurre un programa más catalán que éste?, emprendedores como yo, gente con madera de emprendedor, “gente como la que ha levantado este país”… La leyenda no explica por qué me cambié el nombre pero, obviamente, es mucho más adecuado para un presentador llamarse Lluís que Marc, sobre todo en previsión del previsible, y valga la redundancia, salto a la televisión española, principal objetivo de todos los presentadores/as catalanes/as, habidos y por haber. ¿No se lo creen? Yo tampoco. Por las dudas, dejo el video que dio origen a todo este desvarío. http://www.tv3.cat/videos/654599

La realidad, o la ficción, vete tú a saber, es que llevo varios días encerrado en casa, a refugio de la incansable lluvia bogotana, sumergido en 2666, la colosal novela de Roberto Bolaño. Tal vez tenga miedo también…

¿A qué tenía miedo Ivánov?, se preguntaba Ansky en sus cuadernos. No al peligro físico, puesto que como antiguo bolchevique muchas veces estuvo próximo a la detención, la cárcel y la deportación, y aunque no se podía decir de él que fuera un tipo valiente, tampoco se podía afirmar, sin faltar a la verdad, que fuera una persona cobarde y sin agallas. El miedo de Ivánov era de índole literaria. Es decir, su miedo, era el miedo que sufren la mayor parte de aquellos ciudadanos que un buen (o mal) día deciden convertir el ejercicio de las letras, y sobre todo, el ejercicio de la ficción en parte integrante de sus vidas. Miedo a ser malos. También, miedo a no ser reconocidos. Pero, sobre todo, miedo a ser malos. Miedo a que sus esfuerzos y afanes caigan en el olvido. Miedo a la pisada que no deja huella. Miedo a los elementos del azar y la naturaleza que borran las huellas poco profundas. Miedo a cenar solos y a que nadie repare en tu presencia. Miedo a no ser apreciados. Miedo al fracaso y al ridículo. Pero sobre todo miedo a ser malos. Miedo a habitar, para siempre jamás, en el infierno de los malos escritores. Miedos irracionales, pensaba Ansky, sobre todo si los miedos contrarrestaban sus miedos con apariencias. Lo que venía a ser lo mismo que decir que el paraíso de los buenos escritores, según los malos, estaba habitado por apariencias. Y que la bondad (o excelencia) de una obra giraba alrededor de una apariencia. Una apariencia que variaba, por supuesto, según la época y los países, pero que siempre se mantenía como tal, apariencia, cosa que parece y no es, superficie y no fondo, puro gesto, e incluso el gesto era confundido con la voluntad, pelos y ojos y labios de Tolstói en un tapiz quemado por el fuego de la apariencia.