Guillermo Martín Bermejo es uno de los artistas plásticos invitados para este festival de jóvenes creadores que estamos gestionando por las alturas cachacas. Es también un gran tipo, alguien con quien puedes salir a tomar un trago, o unos cuantos, a un sinfín de bizarros locales de la noche bogotana. Sus proyectos toman nombres con los que me identifico plenamente, como soledad en el supermercado (yo no puedo andar por esos pasillos sin alma sin llamar a nadie por el celular, para que no me deje solo), pequeños ataques de ternura (a mí me suelen ocurrir a media tarde, a esa hora en que Bogotá tiene tal vez la mejor luz del mundo) o teoría de la fragilidad (de la cuál podría aportar algunos datos los domingos por la noche). Sus proyectos suelen tener un origen literario. Así, los niños perdidos que deambulan estos días por La Candelaria, La Macarena, Chapinero o la Zona Rosa están inspirados en Peter Pan. Teoría de la fragilidad, en cambio, es un homenaje a los héroes frágiles, a los antihéroes, a los que a través de la diferencia y la fragilidad logran ser ellos mismos, también a toda la literatura europea de finales del XIX y principios del XX, Jakob Wassermann, Joyce, Proust (nuevamente Proust!). Sentados en una mesa de Billares Londres, nos reímos al comprobar que la madre de Guillermo, como la mía, insistió e insistió en que leyera a Proust y a él, como a mí, le costó entrar en el mundo de Guermantes. Tras varios intentos frustrados, en algún momento de los años 90, finalmente superamos los prejuicios y descubrimos al gran maestro ante el cuál sólo cabe descubrirse:
"Cuando volví a encontrarme solo en casa, acordándome de que había ido a hacer una excursión a prima tarde con Albertina, de que cenaba pasado mañana en casa de la señora de Guermantes y de que tenía que contestar a una carta de Gilberta, tres mujeres a las que había querido, me dije que nuestra vida social está llena, como el estudio de un artista, de esbozos abandonados en los que por un momento habíamos creído poder plasmar nuestra necesidad de un gran amor, pero no pensé en que a veces, si el bosquejo no es demasiado antiguo, puede ocurrir que volvamos a tomarlo y que hagamos de él una obra completamente diferente, y quizás más importante, inclusive, que la que primeramente habíamos proyectado"
1 comentario:
Totalmente encontrado. Textazo.
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