No compré muchos libros en la última feria del libro. En esta etapa de mi vida, no quiero acumular más peso del imprescindible. Como la biblioteca de Mario está bien surtida, no necesito buscar lecturas fuera de casa. Sin embargo, con “Hotel Nómada”, de Cees Noteboom, hice una excepción. Hace unos días, en una de nuestras habituales conversaciones por chat, mi amiga Ana María me lo recomendó. En la feria, recuerdo que Mario Bellatin me comentó que lo conocía. Suficiente. En la contraportada leí que “éste es un libro dedicado a los viajeros, a quienes entienden el viaje no como una huida sino como un modo de conocerse a sí mismos; a quienes creen que a viajar se aprende, como se aprende a leer, a amar, a morir”. Tuve que comprarlo, por todo esto y por la curiosidad de conocer a un autor holandés. Creo que nunca he leído nada antes de un escritor de los países bajos. Curiosamente, hoy he almorzado con una amiga arquitecta (arquitecta renegada según ella) y hemos estado hablando mucho de Holanda, de su estancia en Rótterdam, en donde vivió casi tres años, estudiando un master en Media Design, y del incendio de una facultad de arquitectura que ha forzado a los profesores a impartir sus clases en unas improvisadas tiendas de campaña.
“A lo mejor es cierto que el verdadero viajero se halla continuamente en el ojo del huracán. El huracán es el mundo, el ojo, aquello con que el viajero contempla el mundo. La meteorología nos enseña que en el interior de este ojo reina la calma, tal vez la misma calma que en la celda de un monje. Quien aprenda a mirar por este ojo, quizás aprenda también a distinguir lo esencial de lo fútil o, cuando menos, a ver en qué se diferencian y en qué son iguales las personas y las cosas. Según Baudelaire, los viajeros parten por partir y lo hacen cargados de falsas ilusiones. Los viajes dejan en el hombre un poso de –amarga sabiduría- al enfrentarse con un –mundo pequeño y monótono, que ayer, hoy y mañana nos devuelve la imagen de nuestro propio ser: un oasis de horror en un desierto de hastío-. Visto desde esta perspectiva, cabría decir que quien huye de la realidad es aquel que se queda en casa sometido a la rutina de la vida diaria, porque no puede soportar la amarga sabiduría que proporciona el viaje. A mí me da igual quién sea el héroe, lo importante es que cada cual siga los dictados de su alma, cueste lo que cueste.”
“A lo mejor es cierto que el verdadero viajero se halla continuamente en el ojo del huracán. El huracán es el mundo, el ojo, aquello con que el viajero contempla el mundo. La meteorología nos enseña que en el interior de este ojo reina la calma, tal vez la misma calma que en la celda de un monje. Quien aprenda a mirar por este ojo, quizás aprenda también a distinguir lo esencial de lo fútil o, cuando menos, a ver en qué se diferencian y en qué son iguales las personas y las cosas. Según Baudelaire, los viajeros parten por partir y lo hacen cargados de falsas ilusiones. Los viajes dejan en el hombre un poso de –amarga sabiduría- al enfrentarse con un –mundo pequeño y monótono, que ayer, hoy y mañana nos devuelve la imagen de nuestro propio ser: un oasis de horror en un desierto de hastío-. Visto desde esta perspectiva, cabría decir que quien huye de la realidad es aquel que se queda en casa sometido a la rutina de la vida diaria, porque no puede soportar la amarga sabiduría que proporciona el viaje. A mí me da igual quién sea el héroe, lo importante es que cada cual siga los dictados de su alma, cueste lo que cueste.”
2 comentarios:
Veo que te estás rodeando de muchos arquitectos renegados. La mayoría seguimos muy confundidos así que ten cuidado.
El libro de Noteboom ya lo anoté, lo compraré junto a una guía de Buenos Aires -renegada también- a la que le tengo echado el ojo. A ver si aprendo a viajar renegadamente por los cien barrios porteños.
Sois un peligro, sin duda, las arquitectas, digo.
Ya me contarás de esos viajes...
100 barrios son muchos, no?
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