sábado, 24 de mayo de 2008

DesMayo literario (16)



Pasan veinte minutos de las dos de la tarde. Ha dejado de llover. Visita amiga desde Venezuela. Mi madre al teléfono. David afeitándose. De repente, todo empieza a moverse: la lámpara, la mesa, el suelo, ¡el edificio! Tiembla Bogotá. Impresionante. El edificio se mueve como si fuera de papel, como si bailara vallenato en alta mar, un movimiento de cintura asombroso para un bloque de 24 pisos de altura. Mi madre alucina al teléfono. Me siento un reportero en el lugar de los hechos. Nunca había experimentado nada igual. Nunca no. Hubo otra vez. Hace 5 años, en Baños, Ecuador, algo parecido. Pero como estaba medio dormido ni me enteré. Estefi se indignó conmigo por no levantarme de la cama y quedarme tan tranquilo durmiendo. Mi inconsciente me susurró que no era importante. Hoy tampoco me entra el miedo. Dura apenas 15 segundos el baile. Es más una sensación de asombro, de sorpresa, de shock. Miedo, no. Superado el susto, llamo al portero del edificio y me comenta que la sacudida ha sido dura. A esta hora hablan de 30 muertos. 5,5 en la escala de Ritcher. Todo esto pasa el mismo día en el que el ministro de defensa informa de la muerte de Tirofijo, el fundador de las FARC. Demasiada intensidad. El trópico no da respiro. Brindamos con ron Aniversario. Leo en el último número de Matador, la excelente revista que edita La Fábrica y que esta mañana me regala su directora de proyectos, María Palacios, una cita del gran Jack Kerouac. Nos sentimos un poco así nosotros ahora, supervivientes…
“Pero entonces bailaban por las calles como peonzas enloquecidas, y yo vacilaba tras ellos como he estado haciendo toda mi vida mientras sigo a la gente que me interesa, porque la única gente que me interesa es la que está loca, la gente que está loca por vivir, loca por hablar, loca por salvarse, con ganas de todo al mismo tiempo, la gente que nunca bosteza ni habla de lugares comunes, sino que arde, arde como fabulosos cohetes amarillos explotando igual que arañas entre las estrellas y entonces se ve estallar una luz azul y todo el mundo suelta un ¡Ahhh!”
Jack Kerouac

2 comentarios:

María Rodríguez dijo...

Lástima que en la foto no se aprecia la alucinada sensación que describes Marc. El giro del edificio tendría que haber superado a Ghery para provocar algún asombro en estos tiempos de arquitecturas "tan contemporáneas".
La cita de Kerouac, excelente.

Marc dijo...

No hubo tiempo de tomar ninguna foto. No soy tan buen reportero... Kerouac es uno de los grandes.