lunes, 21 de julio de 2008

Julio poético 8 (en Medellín)


Así como en París debe uno visitar la tumba de Jim Morrison, en New York la esquina donde asesinaron a John Lennon o en San Francisco la librería City Lights, uno no puede irse de Medellín sin realizar el “tour de Pablo”. De Pablo Escobar claro. Personaje controvertido como el que más, es innegable su influencia en la sociedad colombiana de los últimos 30 años. Remedo de Robin Hood para unos, asesino despiadado para otros, ingenuo idealista incapaz de administrar su riqueza o mafioso capitalista con aires megalómanos, nombrarlo en cualquier conversación en Medellín genera al instante una controversia entre que aquellos que, o bien lo admiran por el imperio que organizó o bien lo odian por haber viciado a toda una generación en la cultura del enriquecimiento rápido. En lo único en que estamos todos de acuerdo es en el origen del conflicto: la prohibición (“lo que podría ser un mero problema de salud pública es una guerra inútil que causa mucho más daño de lo que se pretende combatir”). Ajeno a moralismos baratos, el joven Nicolás ofrece el tour de Pablo con su empresa Paisa Road. Fue en un viaje mochilero por Argentina donde se le ocurrió la idea. Tal vez siguiendo la ruta del Che. A bordo de una camioneta blanca, decorada con una estética graffitera, Nicolás maneja por Medellín algo despistado, equivocándose de calle bastante a menudo. A ratos parece que acabara de aterrizar en la ciudad. En otros vemos que ya se ha hecho un nombre, ciudadanos anónimos lo vitorean y lo felicitan. Intenta que la música sea ad-hoc al espíritu del recorrido y ameniza el viaje con Los Tigres del Norte, Bob Marley y Choc-quib-townn. Cree que Pablo apoyaría esta selección. Es un recorrido arquitectónico, básicamente. Primero el edificio Mónaco, dónde vivió con su familia, un bloque de apartamentos lujosos en donde ahora opera la fiscalía. Seguimos con el edificio Ovni, una muestra clara de arquitectura narc-decó. A continuación el Dallas, otro tremendo mazacote en suyas paredes hay escritos a favor y en contra del man. En todos los edificios explotaron bombas y todos ellos han quedado como ruinas-recuerdos-memorial de una época en la que otro miembro del cartel, Rodríguez Gacha, llegó a ofrecer al gobierno pagar la deuda externa del país... Los Centros Comerciales Oviedo y Obelisco también forman parte de la ruta. Se especula con que el dinero del narcotráfico los financió. Nicolás asegura que la arquitectura del edificio es la prueba concluyente. Vemos también una cabina telefónica donde alguien ha escrito "Pablo Escobar 1989". Tal vez llamó desde allí a su hijo. Nos movemos en la frontera entre realidad y ficción. Por momentos me siento en un capítulo de Los Soprano. Medallo es una chimba, me grita eufórico Nicolás, cuando llegamos al edificio donde murió. Unas cervezas, unas fotos y nos dirigimos al punto culminante del viaje: la tumba de Pablo. Bien cuidada, pétalos y flores no faltan en uno de los lugares más visitados de la ciudad. Amén.

Adjunto un poema de otro Escobar, Eduardo, poeta antioqueño, quien afirmó en algún momento "Yo escribo porque bebo como respiro, porque amo. La poesía es la pistola que dibujo ante mis enemigos"

COMBATIENTE
Yo hice mi guerra.
Yo hice mi guerra contra el volcán
mi guerra contra el mar
contra el invierno
contra la necesidad
contra el utensilio.
Yo hice mi guerra huyendo
mi guerra enfrentando
desesperando
mi guerra en el Ártico
en el Antártico
en la China.
Yo hice mi guerra en la Sierra Maestra
en la Sierra Nevada
en la Sierra Madre
en la explanada
hice mi guerra de cien años
de mil días
mi guerra relámpago
mi guerra de un millón de muertos
de dos millones de muertos
de tres millones.
Yo hice mi guerra con mis zapatos
con mis garras
con mis escobas
hice mi guerra de verdad
mi guerra con odio
hice mi guerra en España
mi guerra contra el zar
mi guerra azarosa
ahumada
descarnada
mi genocidio.
Yo hice mi guerra con mi bigote
con mi caballo
con amor
con ametralladora
al amanecer
contra los judíos
hice mi guerra contra los infieles
contra los invasores
contra los brujos
contra los negros
contra los indios.
Yo hice mi guerra en mi ventana
en el automóvil
en la cantina
en el campo
mañana
por la mañana
hice mi guerra en el Bajo Cauca
y en el río Cauca
y en Arauca
hice mi guerra como fusilero
como panadero
como estafeta y
marino
Yo hice mi guerra en los establos
contra las moscas
contra los comunistas
contra los imperialistas
contra los cristianos
hice mi guerra por desconfianza
por amargura
por pobreza
por terror
la hice porque no tenía
más que hacer
porque no me daban trabajo
porque me pagaban mal mi trabajo
porque pasaba hambre
la hice porque no comía
hasta indigestarme
la hice por despistarme
por herirme
por eliminarme
porque sí y no
por defenderme
la hice porque no me la dejaban
hacer.
yo hice mi guerra
hice mi guerra
mi guerra
guerra
pero no todas eran inútiles
y no todas las había de perder.
Yo hice mil guerras.

3 comentarios:

Martín dijo...

Qué lástima que El Chacal no trabajó en Venezuela, tendríamos un tour parecido.

Anónimo dijo...

Bacán esa ruta de Pablo, se escucha mucho más excitante que la de "los españoles" que tenemos aquí, por las laderas de nuestro gran centinela verde caraqueño o, como se afana en llamarlo nuestro Primer Mandatario, el "Guaraira Repano".

Y el poema es lúcido...y descarnado y sin concesiones...me gusta ese Escobar, digamos que un tanto más que el que instituyera el "Narc-decó" y pusiese de moda los estallidos de bomba en fachadas, edificios y demás construcciones de la ciudad antioqueña -otro apodo válido para el póstumo sería "el demoledor" no?-

Saludos sabor al verde que sobra en Caracas

H.

Anónimo dijo...

En Medellin también se estrelló el avión en el que viajaba Gardel!