sábado, 21 de junio de 2008

Junio teatral 4



10 días sin celular, sin e-mail, sin Eurocopa, sin Rajoy, sin…
10 días de playa, de pescado frito, de lectura, de escritura, de…

Uno de los autores que me ha acompañado estos días ha sido Peter Handke.

“Lo único que a mí alguna vez habría podido convertirme en un ser verdadero habría sido una mujer. Lo que hizo que me sintiera penetrado por el estar-vivo no fue nunca el repentino verdecer ante mis ojos sino el repentino convertirme-en-mujer. Sí, fue hermoso ser hombre y mujer. Nada más bello enfrente de uno que una mujer. Qué tranquilo. Qué serio. Qué noble. Qué solemne. Cada uno iluminando al otro, sin aderezo. ¿Esto cuándo fue? ¿En qué siglo? – También esto es verdad: de esta preocupación por lo menos me he librado. Esta fuga al menos la he conseguido. Para empezar por lo menos. Lo peor para mí quizás aún no ha llegado. – Huir he huido siempre por cobardía, y si me he quedado ha sido por pereza. – Creo que a la larga no he estado a la altura de la seriedad de las mujeres. “Si eres capaz de no perder la seriedad, entonces eres mi hombre”. Y yo, en los momentos decisivos, perdía la seriedad. Si estando con una mujer, amenazaba la seriedad, huía inmediatamente. Quién sabe lo que es el anhelo de las mujeres, ¿qué otra cosa puede querer ser, si no un fugitivo? Sólo estoy a la altura de la seriedad de las preguntas, pero no a la altura de la seriedad de las mujeres. A las mujeres, por así decirlo, me las he dejado escapar, para siempre. Sí, gracias a Dios. Estos gritos por lo menos ya no los oiré más. Espero. - ¿No te ha llamado la atención el hecho de que las mujeres eviten hacer preguntas que exigen una contestación? - ¡Científicamente demostrado! En cambio, toda su existencia ha sido siempre una constante exhortación dirigida a mí para que yo entrara en cuestión. Dondequiera que aparecieran, esperaban con impaciencia que llegar aquél que debía entrar en cuestión, y si alguien no lo hacía, o aparentaba sólo hacerlo, le despreciaban y se apartaban inmediatamente de él. Pero si te has decidido a entrar en cuestión, entonces empieza la historia de amor más seria del mundo. – Sí, no es nada fácil estar vivo y al mismo tiempo no entrar ya en cuestión. Entrar en cuestión es como adornarse sin tener joyas especiales. ¡Y tú tienes que entrar en cuestión y tienes que adornarte! No entrar ya en cuestión significa quedar abandonado. – No, nada de lamentaciones. Pero ay de mí, la cabeza sigue yéndoseme hacia este género de falsas promesas, hacia todos esos pechos y esas caderas y esas piernas, ay de mí que, viendo a una mujer hermosa, en mí se forma siempre un arco que se dirige hacia ella. - ¿No se dijo una vez: tus ojos me curarán? Pero actualmente ya no hay nada en mis ojos que retenga mi mirada; una cadera tiene a menudo más forma, una rodilla en la que se ven las venas tiene a menudo más expresión. - ¿Y por qué ya no entramos en cuestión, ni yo ni tampoco tú? Tú eres un solitario que cuida el jardín de sus propios ojos, y de ese modo nunca puede convertirse en el personaje de un drama al que la gente solicita. Aquél que está solicitado es “¡mi héroe!”. Y yo, como fugitivo, estoy solicitado al principio. Pero a la larga lo está sólo el vencedor. “¡Mi héroe!” y “¡mi vencedor!”. – Pero ¿puede ocurrir que un ser humano –como no sea quizás en el deporte- quiera ser en alguna parte el vencedor? ¿Y por qué me parece como si en esto hombres y mujeres fueran todos ellos cada vez más extraños los unos a los otros, y como si ya no hubiera ninguna historia de amor? ¿Por qué me parece que estar sentado y soplarle a una mosca cansada y vieja es estar en mejor compañía que con una mujer? ¿Por qué las mujeres ya no son, como antes, los mejores enemigos de los enemigos, sino que se están quitando la máscara continuamente y aparecen como los peores enemigos de nosotros mismos? ¿Por qué ahora tengo la sospecha que son las mujeres las malas, las corrompidas? Pero ¿no es verdad que desde siempre ha habido un refrán que dice: “viento del Norte, la mujer más pura”? ¿O el refrán: “el sueño es un mundo y una mujer es una mujer”? ¿O bien: “un montón de niños es un montón de ojos, y un montón de mujeres es un montón de mujeres”? – Sí, yo ya no entiendo a las mujeres. Pero, ¿eso no fue siempre así? Sí, sólo que antes ese no entender era una forma de admirar, un maravilloso: “dime, ¿de dónde eres?” ¿Y ahora? Si todavía hay alguna que se dirige a mí, todo lo más es para gritarme a la cara: “¡no entiendes nada!, ¡no entiende nada de nada!” ¿Ocurre esto porque hoy las mujeres hablan una lengua completamente distinta a la mía y, según esto, nosotros y ellas tendríamos las mismas palabras, pero unas palabras que en las mujeres significan ahora algo que se me escapa? Hoy en día, ¿qué es esto de una mujer? ¿Qué es lo que quiere en realidad esta extraña tropa? ¿Por qué son tan distintas? ¿Por qué sé de hombres que anhelan la pureza, y no de mujeres? Y sin embargo: siempre que yo me he sentido completo, ¿por qué ha tenido que ser con esta espantosa corporación? Sin mujer, en cambio: incompleto del todo. Recordando lo que era entrar en cuestión: una mujer gigante estaba delante de mí y yo iba creciendo hacia ella, después de lo cual los dos nos fuimos cayendo lentamente al suelo. Recordando el momento en que uno ya no entraba en cuestión: de la Nada creció un monstruo y me atacó.”

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