martes, 17 de enero de 2012

el chamán


Me gusta mucho toda esta historia del chamán. Mucho. En Bogotá llueve demasiado. Casi cada día. Alguien tiene que tomar medidas al respecto. A mí me parece bien lo del chamán. Cuando montamos Los Capullos, un recorrido por la Macarena, compramos 30 paraguas para los espectadores, que debían desplazarse por varios lugares de la también conocida como colina de la deshonra. Hicimos como 25 funciones, en dos temporadas distintas y en el Festival del 2010. Nunca nos llovió. Ahora lo entiendo todo. Fue por el chamán. Gracias.

Acá la noticia tal como la cuentan en Radio Nacional
Si no es por el chamán, clausura del mundial no se habría podido realizar: Ana Marta Pizarro
Ana Marta de Pizarro, directora del Festival Iberoamericano de Teatro, sostuvo en Radio Nacional que la contratación de un chamán para evitar que lloviera durante la clausura del Mundial Sub 20 se justifica porque no se podían exponer a que el espectáculo que tenía 20 minutos exactos de duración se viera frustrado por el agua.
Explicó que se trata de un chamán que siempre ha trabajado para los espectáculos del Festival Iberoamericano de Teatro y que contaba con toda la confianza de Fanny Mickey.
Además, señaló que si hubiese llovido, espectáculos como el de la pólvora no habrían sido posibles en la ceremonia de clausura y los percusionistas que hacían parte del show habrían tenido que competir contra el ruido de la lluvia.
Pizarro manifestó que el contrato total que se firmó con el IDRD para la realización del espectáculo de clausura tuvo un costo de 4.300 millones de pesos y al final se pasó un informe detallado de cada uno de los rubros que se invirtieron.

Todo esto me ha hecho pensar en Johnny Siete Lunas, ese gran personaje de JOP, la magnífica novela de Jim Dodge
“Desde aquella primera visita hasta su muerte, seis años después, Johnny Siete Lunas se dejaba caer sin falta por el rancho de Jake aproximadamente cada dos meses y, mientras Jake disfrutaba de su por lo general silenciosa compañía, anhelaba a la vez la extemporánea alocución. Siete Lunas, ya fuera por respeto o desconfianza hacia el lenguaje, nunca hablaba mucho, pero cuando lo hacía, siempre decía algo. Jake podía recordar unas cuantas de aquellas alocuciones en particular. En una ocasión, conforme contemplaban la puesta de sol sobre el océano, Siete Lunas le dijo con el dulce hastío del asombro eterno: “¿Sabe? He contemplado treinta mil puestas de sol, y no hay dos que recuerde que hayan sido iguales. ¿Qué más se puede pedir?”

1 comentario:

quique pastor dijo...

Caí aquí por casualidad y me encantó esta historia. Voy a teclear en Google "chamanes madrid", para guardarle un sitio en la furgo durante los conciertos veraniegos.

Salud/os

http://laraizcuadradadeloquesoy.wordpress.com/