En Barcelona todo el mundo habla de la crisis. A mi amigo Carlos, por ejemplo, le excita que la gente pierda dinero en la bolsa. Me cuenta que un conocido suyo perdió 60.000 euros en Lehman Brothers. Se enteró y tuvo una erección. Cosas que pasan. Se le bajó en seguida al ver a las mujeres de la foto. Se trata de una campaña hecha en Estados Unidos en la época de la prohibición. "Los labios que toquen el alcohol no tocarán los nuestros". Ni ganas. Otro tema recurrente en Barcelona, entre tapa de mejillones y tapa de chocos, es el Facebook. Se ha puesto de moda. Yo, de momento, me resisto a los cantos de sirena. No tengo ningún interés en saber qué cara tienen ahora mis compañeros de la escuela. Si me encuentro a algún compañero de los Maristas, cambio de acera al instante. Me da un ataque de pánico escénico parecido al que tuvieron los jugadores del Atlético de Madrid en el Nou Camp. Esa noche sí fue multiorgásmica. Pero claro, la excitación se esfumó al poco rato de salir del estadio y cruzarme con un ciclista desnudo. Porque sí, lo crean o no, en Barcelona no se puede beber en la calle pero, en cambio, aprobado por el Ayuntamiento, se puede caminar, conducir o ir en bici desnudo. Es una ciudad antitaurina pero nudista. Tal vez sea una medida contra la crisis. La ropa, ya se sabe, es algo superfluo, un lujo prescindible en épocas de recesión. Volviendo a la crisis, y poniéndome moralista, sería bueno que todos estos agoreros de salón leyeran un breve cuento de Pessoa, "el Banquero anarquista". Estoy seguro que les iluminaría en sus teorías y previsiones.
"El mal verdadero, el único mal, son las convicciones y las ficciones sociales, que se sobreponen a las realidades naturales; todo, desde la familia al dinero, desde la religión al Estado. La gente nace hombre o mujer: quiero decir, nace para ser, una vez adulto, hombre o mujer; no nace, en buena justicia, natural, ni para ser marido ni para ser rico o pobre, como tampoco nace para ser católico o protestante, o portugués o inglés. Es todas esas cosas en virtud de las ficciones sociales. Pero por qué esas ficciones sociales son malas? Porque son ficciones, porque no son naturales. Tan malo es el dinero como el Estado, la constitución de la familia como las religiones. Si hubieran otras que no fueran éstas, serían igualmente malas, porque también serían ficciones, porque también se sobrepondrían y estorbarían a las realidades naturales. Pero cualquier sistema que no sea el puro sistema anarquista, que quiere la abolición de todas las ficciones y de cada una de ellas completamente, es una ficción también. Emplear todo nuestro deseo, todo nuestro esfuerzo, toda nuestra inteligencia, para implantar, o contribuir a implantar, una ficción social en vez d eotra, es un absurdo, cuando no resulte incluso un crimen, porque es provocar una perturbación social con el fin expreso de dejarlo todo igual. Si encontramos injustas las ficcione sociales, porque oprimen y aplastan lo que es natural en el hombre, para qué emplear nuestro esfuerzo en sustituirlas por otras ficciones, si lo podemos emplear para destruirlas a todas?
6 comentarios:
¡Como para mantenerse borracho la fotito!
Una de las últimas veces que estuve en Barcelona iba en un taxi rumbo al puerto y nos paramos en un semáforo, la primera persona que ví cruzar el paso de cebra fué Jordi Pujol. Menos mal que esta ley del desnudo no existía todavía.
Que buena foto, jeje, una de las mujeres se parece a Nelson. A ver si saben a cuál me refiero.
Qué susto lo de Pujol desnudo, esta noche seguro duermo con la luz prendida.
Que vivan los chocos !!!
PD: Te recomiendo la entrevista que le hizo el Buenafuente el otro día, muy buena:
http://www.buenafuente.lasexta.com/seccion/merezco-una-entrevista/leopoldo/abadia/economia/dia/235291
Carlos
ja ja opino lo mismo del facebook y los exalumnos... :-)
m.
Vaya..., hablando de Lehman Brothers, habría que ir a buscar el dinero desaparecido en las arcas de los bancos de Israel. Un desfalco muy judío..., pero que ni los toquen o te sacan la foto del abuelito que murió en Auschwitz. A cuenta de esto, se les perdona todo.
Y yo, al facebook le tengo terror, se ha convertido en el arma mortal de la oficina, el chismógrafo oficial...,y mira que son chismosos aquí en Caracas.
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